
Emprender es volver a crearte: el verdadero poder más allá de los negocios
Cuando escuchamos la palabra “emprendedora”, solemos pensar en negocios, startups o grandes proyectos laborales. Y si bien emprender tiene mucho que ver con crear, con hacer, con construir, la verdad es que emprender es mucho más que eso.
Es una actitud profunda frente a la vida, una invitación constante a reinventarte.
El mindset que nadie te cuenta: cuando emprender es una forma de vivir
Más allá de cualquier definición, ser emprendedora es una decisión.
Es atreverse a avanzar sin tener un mapa completo, a moverte con lo que tenés, sin esperar el momento “perfecto”.
Emprender es también la valentía de empezar de nuevo:
- Mudarte a otro país sin contactos, con miedo, pero con la certeza de un cambio necesario.
- Dejar una relación que ya no te representa, eligiendo tu bienestar.
- Volver a estudiar a los 40, 50, 60 o a la edad que quieras, desafiando lo establecido.
- Lanzar tu primer taller, aunque solo se anoten unas pocas personas.
- Maternar en tus propios términos, con autenticidad.
- Soltar lo conocido para crear algo propio, despertando ese gen creativo que vive en vos.
Ser emprendedora no es solo construir un negocio.
Es, ante todo, construirte a vos misma, una y otra vez.
Es un camino incierto, sí, pero profundamente poderoso, que te exige presencia, escucha interna y una visión clara.
La decisión más difícil: empezar desde cero, incluso cuando tienes miedo
Quiero compartir algo personal, porque mi camino ha sido una muestra de todo esto.
A los 45 años, con una vida aparentemente estable en mi país (trabajo fijo por 12 años, auto, departamento, mi perrito, una carrera), decidí mudarme a Medellín. Había una desconexión profunda; no encontraba sentido a lo que tenía. Sentía que me había quedado perdida en un camino que ya no me hacía feliz.
Ya conocía Colombia y Medellín; de hecho, viví allí 3 meses en un intercambio profesional y sentí una conexión muy profunda, casi álmica, con la ciudad. Tomé la decisión de irme sin apoyo moral ni económico, solo con unos pocos ahorros. A los tres meses de llegar, me agarró la pandemia.
Lo que siguió fueron años de idas y vueltas a mi país, intentándolo una y otra vez. Fui y vine a Medellín varias veces, siempre con lo justo, impulsada por una motivación invisible y una fuerza que no sabía de dónde surgía. La última vez, hasta vendí el auto y me llevé a mi perrito, decidida a quedarme. Pero no lograba establecerme; surgían mil trabas y bloqueos. Así, la historia no tuvo un final feliz de inmediato.

Cuando todo falla: volver, rendirse y descubrir otra verdad
Después de 3 o 4 años, me tocó regresar a mi ciudad, mi departamento, mi trabajo anterior. Me sentí derrotada, triste, con un estrés terrible. Creí que había fracasado, tanto para el afuera como para mí misma. Y las preguntas, tanto de acá como de Medellín, sobre por qué seguía intentando, eran constantes.
Abatida y extrañando Medellín, tuve que resignarme y volver a buscar opciones. Los primeros meses, el primer año, fueron terribles. Perdí la fuerza y la fe, y mi cuerpo lo sintió. Con 48 años, sentía que era el final. Me sentía sola, incomprendida, con carencias en todos los sentidos. No sabía a qué dedicarme; ideas y proyectos no me faltaban, pero estaba llena de miedo a volver a fracasar. No veía futuro.
Creí que lo había intentado todo, que siempre me había arriesgado por mis sueños, que era atrevida y creativa. Pero nada había resultado. Y con todo el entorno en contra, a veces en silencio, otras con recriminaciones directas, cada vez estaba peor. Ninguna terapia parecía funcionar.
El punto de quiebre: el cambio de mentalidad como nuevo camino
Y cuando ya no podía más…
Fue en ese momento de quiebre que lo vi claro.
Me di cuenta de que mi empeño en Medellín, y todo lo que intenté, no había funcionado, no por falta de esfuerzo mío, sino porque me había ido con una mentalidad que me impedía avanzar. Si yo no cambiaba mi mente, mis patrones, mis pensamientos aprendidos, nada iba a cambiar, ni aquí ni “en la Conchinchina”.
Fue entonces cuando asumí que nunca dejaría de ser emprendedora.
Que ser emprendedora era precisamente eso: enfrentar la vida desde otra perspectiva, tomar decisiones aunque no tuviera certezas ni seguridad.
Entendí que ser emprendedora o no, dependía solo de una cosa: de mi decisión.
Nadie te salva: dejar de esperar permisos y recuperar tu poder
Comprendí que nadie me iba a “salvar”.
Al contrario: cuando no tomás el control de tu vida, las personas se alejan, te critican o te dicen qué hacer.
Aquellos que no se animan a cambiar te juzgan y te dan consejos desde su propio miedo.
Y si les crees, te pierdes en un ciclo de indecisión y temor.
Así que volví a tomar el control de mis pensamientos y decidí “emprender mi vida de nuevo”.
Y aquí estoy, transitando mi segundo año de regreso en mi país, con el sueño inquebrantable de volver a Medellín y a muchos otros lugares que siempre fueron parte de mis anhelos.
El descubrimiento más importante: mi superpoder era ser multipotencial
Ya soy una emprendedora de nuevo.
Pero en ese proceso descubrí algo más sobre mí…
Además de ser una emprendedora nata, descubrí que era una persona multipotencial.
Cuando entendí que ser una emprendedora multipotencial era lo que siempre había sido pero no sabía que tenía nombre, todo cobró sentido. Eso me dio el empuje que me faltaba para volverme imparable y reiniciar este camino. Pasé de ser una “intentadora serial” a la emprendedora multipotencial en la que me convertí.
¿Y si no tienes una sola pasión? Bienvenida al club de las multipotenciales
¿Quién es una emprendedora multipotencial?
Una emprendedora multipotencial es quien tiene múltiples intereses, talentos y proyectos.
No se limita a una sola área, sino que encuentra conexiones entre diferentes campos y los combina de formas únicas.
Es esa persona que puede tener un blog, dar talleres, crear productos digitales, hacer consultoría y, además, desarrollar un proyecto artístico… todo al mismo tiempo.
Somos las que siempre tuvimos muchas ideas, muchos intereses, y que durante años pensamos que eso era un defecto, o una señal de inestabilidad o indecisión. Nos hicieron creer que teníamos un problema si no nos “enfocábamos” en una sola cosa. El sistema nos enseña que para llegar lejos hay que esforzarse mucho y hacer lo mismo por años para tener experiencia y “ser alguien”.
Pero no. La realidad es que ser multipotencial es vivir desde una diversidad que, de hecho, es nuestra mayor fortaleza.
Si ya te estás cuestionando… ya estás emprendiendo
Comparto todo esto para que si alguien pasó o está pasando por algo similar, sepa que no está solo o sola.
Porque emprender no siempre tiene finales felices inmediatos.
A veces, emprender es resistir. Es levantarse una vez más.
Es cambiar la mentalidad antes que las circunstancias.
Así que, si hoy estás en un punto de cambio,
si estás cuestionando, soñando o rediseñando tu vida…
si fracasaste y te estás levantando…
si sos multipotencial y pensabas que eso era un problema…
✨ ¡Ya estás emprendiendo!
Y esa es la única certeza que necesitas para empezar de nuevo.
Si todo esto resuena contigo, te leo en los comentarios. Recuerda que puedes encontrar todo este contenido en mi podcast «Sé tu propia mentora multipotencial»
Me encantaría leerte. 💌